El post de febrero va dedicado al plato estrella de Waingunga: excursiones y campamentos. Y quién mejor que nuestro director técnico Isaac para contarnos lo que hay detrás del alma de Waingunga. Él está siempre cuidando que todo salga a pedir de boca, que las programaciones sean súper divertidas y didácticas, pero sobre todo, se preocupa por hacer felices a los que vienen, dándoles todo el cariño y haciendo que pasen una experiencia inolvidable.
¡¡Saludos a todos los waingungueros!!
Me presento. Soy Isaac Ramos, director técnico de actividades de Waingunga. Llevo desempeñando esta labor poco más de dos magníficos años. Empecé a trabajar con esta gran familia como monitor hasta llegar a desarrollar las funciones que llevo a cabo a día de hoy. Aún recuerdo esa llamada de teléfono donde se me brindó la oportunidad de hacer lo que hago ahora. Pensar que me tuvieron en cuenta fue toda una alegría.
Yo venía desde abajo, formaba parte del grupo de monitores de Waingunga y ahora me tocaba capitanear este barco. Conocía cuáles eran las fortalezas de ese grupo, y debía de reforzarlas. Pero también las necesidades que tenían, y para eso estaba yo, para resolver también lo que pudiera fallar en algún momento.
Por eso cuando dedico día tras día a preparar las actividades que luego el equipo de monitores van a llevar a cabo, DISFRUTO. Porque me pongo en la piel de los chicos y me imagino qué es lo quieren hacer, que música les gusta escuchar, qué es lo que esperan cuando llegan a Waingunga. Darle vueltas al coco pensando junto a los compañeros en lo que podemos ofrecer… ¡¡eso es DIVERSIÓN A TOPE!!
Venir de excursión a Waingunga es aprender a compartir, a disfrutar de nuestro entorno y aprender de él. Estamos en pleno paraíso natural. Y si ya se atreven a pasar más de un día con nosotros, si se quedan la noche en la experiencia de campamentos, además de todo lo anterior, los chicos aprenden a ser autónomos, a ser responsables con sus cosas y con todo lo que les rodea, a ser más extrovertidos. Además los campas fortalecen amistades que ya existían pero también son una oportunidad única para encontrar nuevos compañeros de vida.
Jugar sin móviles ni tablet, jugar como antes. Eso hay que vivirlo y disfrutarlo. La imaginación se agudiza. Llenarse la ropa de barro, llevar la toalla mojada y la cara llena de “churretes”. Eso es lo que se van a llevar de aquí… ¡¡disfrutar y disfrutar!!
No puedo evitar salir de mi despacho y unirme al equipo de monitores. Ser uno más de ellos. Bailar, charlar, jugar… en definitiva pasarlo bien y ver cómo mi trabajo crece. Merece la pena ver la cara de los chicos cuando se van de nuestras instalaciones. Hay veces que las emociones son tan fuertes en campamentos de verano que se van de Waingunga con lágrimas en los ojos. ¡Y algún monitor que otro también se ha visto en esa tesitura! Eso es vivir a tope el trabajo, disfrutar con lo que haces.
Hablo de niños, pero no sólo podemos quedarnos ahí. Estas sensaciones también muchas otras veces se viven con los grupos de adultos que viene de campamento. Se crean lazos de amistad, de confesiones y mucho más…
Por todo lo anteriormente descrito, mi trabajo aquí hace que tenga que tener una mente abierta para el amplio abanico que Waingunga ofrece. Ver cómo adultos se lo pasan en grande con niños pequeños es MUY gratificante.
Seguiremos preparando cosas nuevas y avanzado para hacer disfrutar a personas que nunca hayan tenido estas experiencias y quieran venir a visitarnos, y claro, también para los reincidentes, que esperan con ganas su paso por Waingunga de nuevo. Desde Waingunga seguiremos sorprendiendo a esos fieles, ya amigos, que repiten en nuestras instalaciones año tras año. Al final, somos una gran familia.